El origen


(Actualizado en noviembre de 2013).

Lo primero que hay que decir es que esta tradición no parece tener ningún origen religioso. El apellido de "San Andrés" se entiende que le debe venir sólo del día en que se celebra. La gran tradición religiosa de este país hace que a gran parte de las fiestas se les haya puesto de nombre o apellido el de su día en el Santoral. Esto se hacía así con la única función de señalar la fecha en el calendario: "¿Cuándo se celebran las tablas? Por San Andrés", se debía decir en la calle; en lugar de decir "el 30 de noviembre". Era un modo de hablar propio de una cultura donde casi todo giraba en torno a la religión. Incluso a veces la Iglesia o la gente inventa historias absurdas para atribuírles un origen "santo" a tradiciones como ésta, un origen que tenga que ver con lo divino. Se inventan algún cuento místico, a menudo infantiloide, que resulte fácil de recordar, de modo que de boca en boca vaya arraigando, sobre todo entre los niños y jóvenes, para así asegurar su pervivencia. Después de todo, las costumbres populares son una de las mejores formas de conseguir que la religión impregne toda la cultura de una región. Pero la mayoría de las tradiciones, como es este caso, son fruto de una costumbre que no tiene absolutamente nada de místico ni relacionado con la Iglesia ni con la religión.

En definitiva, decir "Las Tablas de San Andrés" en el lenguaje de entonces es lo mismo que decir hoy "Las Tablas del 30 de noviembre", y nada más.

Así, dicho sea de paso, incluir en el programa de la celebración misas o actos religiosos de cualquier tipo para conmemorar esta fiesta popular parece entonces, sencillamente, absurdo. No tiene ningún sentido porque no tiene nada que ver con la celebración (aparte de que lo religioso y la Administración tampoco tienen nada que ver). No se puede entender más que como un gesto que podría dar a la fiesta un significado religioso que no tiene por ningún sitio, que podría atribuír en cierto modo un significado religioso, erróneo, a la cultura de la localidad (a este aspecto en concreto como mínimo). Así, con esto sólo se contribuye a degenerar la cultura de Icod de los Vinos y a generar confusión, ignorancia e infantilismo entre la población.

Al no celebrarse ninguna festividad religiosa con este acto sino una costumbre del lugar, lo correcto es pues llamar a esta tradición "Las Tablas de Icod de los Vinos", por ejemplo, para referirse a las de esta localidad, y "Las Tablas del 30 de noviembre" o "Las Tablas de noviembre", para referirse a la tradición celebrada en toda la isla. Pero el boca a boca le sigue dando por ahora el nombre que tiene. Es cuestión de que la gente, sobre todo los más pequeños, vayan entendiendo el sentido de la fiesta y le vayan corrigiendo el nombre con el tiempo, año tras año, para así interpretar y vivir la cultura de su entorno correctamente, lo que les permitirá también desarrollarse mejor como personas. Es una fiesta del pueblo y de nadie más, no es de ninguna institución. Son Las Tablas de Icod de los Vinos. Es una fiesta de su gente, que ha surgido como fruto de su esfuerzo y de su capacidad para salir adelante por sí misma. Ése es el gran valor que tiene. Niños y jóvenes no deben permitir que nadie lo deteriore, sino al contrario.

El origen de esta fiesta se puede entender fácilmente conociendo dos aspectos concretos: por un lado, la tradición vitivinícola del lugar y, por otro, sus características geográficas.

Tenerife es una isla  con un gran desnivel. Desde las cumbres del volcán Teide -con 3.718 metros de altura- es lógico encontrar pendientes de todos los niveles en el recorrido hasta la orilla del mar. Esta orografía, con grandes cuestas, y como en tantos otros municipios de la isla, es la típica de Icod de los Vinos.

Icod abarca zonas de monte y de playa en sus 96 kilómetros cuadrados de superficie. Esto provoca que existan forzosamente importantes inclinaciones.

Respecto a la tradición vitivinícola del lugar, con la conquista se extendió el cultivo de la vid por las Islas Canarias. En poco tiempo sus vinos fueron considerados de calidad y el Archipiélago se convirtió enseguida en exportador hacia los continentes americano y europeo. Tenerife llegó a ser la principal productora de vino de Canarias, teniendo su apogeo durante el siglo XVII.

Se dice que los bodegueros tenían por costumbre llevar los toneles vacíos desde las bodegas en las zonas altas hasta la playa, para su limpieza con agua salada, lo que les resultaba útil para eliminar los ácidos del interior, antes de introducir en ellos el mosto fermentado. Al no existir medios de transporte adecuados, los toneles se llevaban cuesta abajo como bien se podía, ya fuese rodando o sobre unas tablas. De este modo las maderas se deslizaban camino del mar con las barricas encima, protegiéndolas así de los golpes contra el suelo en el recorrido.

Es fácil pensar que muchos de los que participaban en esta costumbre viesen en este sistema de transporte un medio de diversión. Y así quizás los más jóvenes se deslizaban también ellos mismos sobre las tablas donde se llevaban los toneles, o sobre las suyas propias, tomándose de esta manera la tradición de la limpieza de los barriles como un emocionante día de jolgorio. Con el paso del tiempo los transportes mejorarían y probablemente las barricas fueron transportadas poco a poco y más a menudo usando otros medios más modernos. Pero, mientas, el bajar las cuestas sobre tablas, acompañando los toneles en su camino hasta la playa, con seguridad fue una fiesta popular que se incorporó a la tradición original repetida siempre por la misma fecha.

En otros lugares de la Isla hay tradición este día de arrastrar cacharros y hacer mucho ruido por las calles. Esto hay quien lo relaciona con el sonido que producían los aros metálicos que se usan en los barriles, que al venir rodando cuesta abajo camino de la costa anunciarían ya siempre por costumbre la tradicional apertura de las bodegas para el vino nuevo.

Otra tradición bien avalada habla de un origen distinto o complementario, que es el traslado de la madera desde el aserradero, situado en zonas altas, donde el bosque de pinos, hasta Icod de los Vinos, para la construcción de edificios tanto para la población como para la industria, y también hasta la playa de San Marcos, para la construcción de barcos. Esta tradición habla del uso de remos de haya o brezo para guiar los troncos a lo largo de las calles empedradas y evitar los obstáculos y resaltes del terreno, y los golpes contra las viviendas; remos que se usaban luego también para frenar al final del recorrido.

Aunque el análisis del traslado de la madera como origen de esta fiesta está bien documentado, si aquí se menciona antes la tradición vitivinícola es porque la celebración va asociada a las fechas de la vendimia y la producción del vino de cada año.

Se puede suponer que ambas tradiciones se complementen. Porque el origen de esta fiesta gira básica y claramente en torno a la madera, el transporte y la orografía del lugar: cargas simples de madera o con otros elementos añadidos (como los toneles) a desplazar cuesta abajo cuando no habían medios mecánicos de transporte como los de ahora, sumado a los desniveles tan importantes típicos de Icod, es seguro que dieron lugar a la idea de hacerlos deslizar hasta su destino con precaución. Así debió desarrollarse la habilidad en el manejo de este medio de transporte y, con ella, la diversión.

¿Quieres ver un gráfico de la calzada donde se dice que empezó todo? Mira La ruta de las tablas (http://tablasdesanandres.blogspot.com.es/p/la-ruta-de-las-tablas.html).

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